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A las 6 y pico

Reflexiones dominicales (III)

1 - Una semana perdida y otra casi

Hoy es otro día, hoy es más tarde, y no arrancan con facilidad estas reflexiones dominicales. ¿Quién dijo que hay que escribir con facilidad? Escribir es difícil porque vivir es difícil y todo es, en realidad, muy difícil. Cuándo algo parece fácil, es sólo porque hemos obviado cantidad de detalles. Debemos obviar esos detalles, claro está, pero eso no los elimina. La dificultad sigue ahí, y a veces nos pone zancadillas.

Por ejemplo, muchas veces se habla de alguien que, en un momento dado, ha elegido "el camino fácil", se ha rendido y se ha dejado caer por la pendiente, pero ¿quién nos dice que esa pendiente era fácil? ¿Se puede juzgar a la ligera la dificultad de dejarse caer y no presentar batalla, persistir en esa actitud y ya no volver a levantar cabeza, nunca más?

Todo es difícil...

Es difícil escribir cuando uno no sabe a ciencia cierta qué importancia puede tener escribir.
Es difícil vivir cuando uno no sabe exactamente para qué.
Es muy difícil empezar esta tercera entrega de las "reflexiones dominicales" confesando que el experimento que planteaba al principio, en rigor, ya ha finalizado, mucho antes de lo que esperaba.

Me cito a mí mismo:
Ir escribiendo, cada domingo, una serie de reflexiones.
Efectivamente, eso me proponía, y quizá alguien se haya dado cuenta de que el tercer domingo no hubo texto.

En rigor, digo, el experimento ha finalizado... ¡Pero sólo en rigor! Vuelvo a lo de antes: todo es difícil, y por eso, a veces, hay que olvidar ciertos detalles...

Y sucede además que los días se extienden más allá de sus fronteras habituales, y este domingo ya es un lunes disfrazado de domingo. Un lunes disfrazado de domingo por la más extraña de las circunstancias, porque es dos de mayo y un dos de mayo, hace muchos años, los madrileños salieron a la calle con cuchillos de cocina para plantar cara al pérfido y esdrújulo ejército invasor, o algo así. Por esa paradójica razón, la gente de Madrid se queda en casita hoy, como si fuera domingo. O se va a invadir tierras lejanas, con la intención de buscar climas más benignos, bañarse en la playa, hacer pic-nic, o vaya usted a saber. Y así, una revuelta popular se convierte, pasados los años, en una prolongación del domingo, y en una excusa para entregar tarde estas reflexiones.

Entregarlas tarde... si entrego algo. Porque es difícil hablar de la dificultad, pero más difícil aún es hablar de otra cosa cuando uno se tropieza ante la dificultad de decir cualquier cosa y que alguien se entere y le importe.

2 - Pero siempre hay una salida

O casi siempre, y si no, se inventa. Se puede eludir lo difícil, sin necesidad de lo fácil, recurriendo a lo imposible. Ciertamente, esto es algo que requiere grandes dosis de excentricidad, pero por suerte, uno no está del todo privado de tan grata virtud.

Así que recapitulemos. Uno se pone a escribir y lo primero es la dificultad, luego surge como alternativa la imposibilidad, y en ese momento necesitamos la excentricidad como punto de apoyo. Pero no vale una excentricidad fingida, sino la auténtica excentricidad, la locura incluso, la risa estentórea que asusta a los niños en el funeral del abuelo, y la locura bonita de quien se niega a cazar conejos porque prefiere pescarlos, y va al campo con su caña de pescar y su cesta, y se pasa horas y horas mirando los animalejos del bosque, y que, cuando los del pueblo se ríen de él y le preguntan (a la vuelta) cuántos conejos ha pescado (aunque es obvio que la cesta está vacía), sonríe y responde que ha pescado justo la cantidad de conejos que deseaba pescar. La excentricidad (o la locura) de quien sabe que si ese individuo pescara, por un azar del destino, algún conejo, algo tendría que pasar: la carne sabría a frambuesa, o encontraría un diamante en el estómago del animal, una piedra enorme que contendría un conejo minúsculo en el interior, un conejo vivo de diamante con conejos de diamante en su interior. Inventar domingos propios y modificar el curso de las semanas no es mucho para la excentricidad, y entonces ya se puede echar el anzuelo y esperar, y no dejar que la cordura perturbe la paz...

3 - La fantasía

Creo que es falso o al menos arriesgado afirmar (aunque podría afirmarse) que las invenciones de la fantasía nos asombran porque resultan extrañas al compararlas con la realidad. De hecho: ¿las comparamos con la realidad? De hecho: ¿qué sabemos de la realidad?
Puedo imaginar que veo un fantasma, que siento una presencia inexplicable, que los sucesos de mis sueños tienen consecuencias en mi vida diruna... Pero imaginar esas cosas, llamarlas "fantasía" y asombrarme; puedo escribirlas, llamarlas "literatura fantástica" y asombrar. Sin embargo, no creo que pueda imaginar que vea algo más extraño que el hecho de ver, o que sienta algo más asombroso que sentir, o que viva una aventura más prodigiosa que estar vivo. Sólo la costumbre, la misma que crea las facilidades, impide que me asombre continuamente de ver, sentir y vivir. Uno se queda un lunes en casa, o se va al campo a hacer un pic-nic, porque hace cientos de años la gente de una ciudad salió de sus casas con cuchillos de cocina, sartenes, rodillos, tenedores, cucharas soperas, sacacorchos, embudos, tostadoras, espumaderas, cazuelas, botellas y tetra-bricks para repeler a un ejército, y se queda tan tranquilo, para luego asombrarse de lámparas mágicas y alfombras voladoras.

Quizá la fantasía, al restaurar ese asombro que la costumbre roba a la realidad, sea más realista que la vida según la vivimos.

4 - Recapitulando temas

La dificultad, la imposibilidad, la excentricidad, la imaginación y el asombro: ¿no serán estos los grandes temas que se ha cuestionado la humanidad, cuando creía cuestionar a Dios, el ser, la nada o la muerte? Según se mire. ¿No es todo filósofo un excéntrico que busca a un hombre con su lamparita? ¿No es el asombro el que nos empuja a la tarea imposible de conocer? ¿No es la imaginación la que hace posible eso que es imposible?

5 comentarios

Bohemian -

Bendita locura Pakito! que bien se te da esto de las reflexiones, todo lindo, me gustó lo de los conejos...
un beso

pokito -

Javi, pues a no retrasarse tanto, que las cosas no son así... :-)

Oye, lujo de letras, reserva especial.

salud

Goreño -

La verdad es que me he sentido yo mismo mientras leía tus certeras reflexiones, es decir, me gustaría ser yo el autor, pero resulta que es Pakito. Todo un magnífico ensayo de las debilidades y contradicciones humanas. Un abrazo

Cerro -

Ya se echaban de menos tus reflexiones, Pakito. Un gustazo éstas, y ¡las siguientes serán más pronto ya!

Me quedo con la excentricidad y la fantasía, que son para releer y leer y volver a leer una y otra vez y otra y otra... y así hasta ¡pensar!

Un abrazo.

Pakito -

Lo sé, llega con una semana y un día de retraso :P